Artículo de opinión.

El Arte durante el gobierno de la Unidad Popular:

1970 – 1973

PRIMERA PARTE

La obra que Allende realizó en tan
corto tiempo es superior a la de Balmaceda;
más aún, es la más importante en la historia de Chile

- Pablo Neruda

Trabajadores de mi patria:
quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron,
la confianza que depositaron en un hombre
que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia

- Salvador Allende

El arte reflejó con elocuencia el papel protagónico que asumieron los trabajadores chilenos. En los Mil Días de la Unidad Popular (U.P.), el arte fue realizado para el pueblo y por el pueblo. Los artistas por su parte tomaron conciencia del rol revolucionario de un arte que procuró identificar a la gente con su realidad y con su nacionalidad. De esta manera se llegaron a reunir artistas profesionales con trabajadores, campesinos y estudiantes en exposiciones y otras actividades que dieron cuenta de este acercamiento de la cultura a las masas populares y su deselitización, que hasta el momento había sido históricamente impedida y que hacía de las expresiones artísticas un privilegio burgués y un elemento difusor de su ideología.

Las conquistas populares proyectadas y realizadas durante la U.P. fueron la consecuencia histórica de un proceso social que en Chile se remonta a los albores del siglo XX. Dicho proceso no es otro que el despertar de los trabajadores y la paulatina voluntad de forjar su propio destino. Antes de este período deben mencionarse las improntas libertarias de Francisco Bilbao y la Sociedad de la Igualdad alrededor de 1850; así como el gobierno de José Manuel Balmaceda que concluiría abruptamente en 1891 con la Guerra Civil y el suicidio del mandatario. Sin embargo se tratan de gestas que si bien socializantes, no pudieron incluir activamente a los trabajadores. El punto de inflexión se podría situar en las primeras protestas de los trabajadores portuarios el año 1903 en Valparaíso. Se trataba del movimiento anarquista que comenzaba a manifestarse por mejores condiciones laborales y de vida. En esa misma década aparecería la literatura social de Baldomero Lillo quien denunciaba los abusos de los trabajadores del carbón; también encontramos al poeta Carlos Pezoa Véliz que desde su romanticismo literario le cantó a las miserias morales y materiales del desposeído; ocurriría la masacre obrera de la Escuela Santa María de Iquique entre otras; y Luis Emilio Recabarren fundaría el Partido Socialista Obrero a comienzos de la segunda década. El proceso continuaría en 1938 con la aparición del Frente Popular, movimiento precursor del gobierno de Allende y que llevaría a la Presidencia al profesor Pedro Aguirre Cerda, cuyo lema fue Gobernar es Educar.

La importancia de arte y de la cultura popular como elemento emancipador e identitario lo vendría a señalar Violeta Parra a mediados de los 50’, cuando incentivada por su hermano Nicanor sale guitarra en mano a recorrer Chile y recopilar el folclor que andaba diseminado por todo el silencio de los latifundios. Con Violeta el folclor asume por primera vez su conciencia de clase; las canciones hablarán sobre la realidad semi feudal de los campesinos y los atropellos urbanos que conformaban ya las marcadas diferencias sociales. De allí a la Nueva Canción Chilena media sólo un paso que se dio durante los 60’ y que germinó espléndidamente en el Gobierno Popular, donde además del canto se potenciaron todas las disciplinas artísticas en conjunto. Entre el 70 y el 73 el arte pasó a ser también una poderosa arma política pues reflejó mejor que cualquier otro ámbito la unidad de clase de los trabajadores; éstos se sintieron identificados en las canciones, en los murales callejeros y en la literatura. La plástica abandonó la soledad exclusivista de los museos y se trasladó a las calles. En resumen, desaparecieron las barreras sociales entre los productores de arte y sus consumidores, pues éstos fueron entonces uno solo lo que permitió un pleno entendimiento y cohesión revolucionaria.

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Alberto Quilapan

Santiago- Chile