viernes, agosto 14, 2009

Bicentenario.

Argentina I



La revolución pendiente

En la que dio en llamarse la semana de mayo de 1810 se presentó una situación similar a la que atraviesa el país en la actualidad. Por aquellos años la caída del rey de España, Fernando VII, en 1808, desencadenó una marea independentista en las colonias del Río de la Plata. Paradójicamente no fueron los oprimidos por el yugo colonial los que iniciaron la movida revolucionaria, sinó que así lo hicieron los hijos dilectos de la corona. Manuel Belgrano, un brillante abogado de formación europea y sus amigos, Juan José Castelli y Mariano Moreno, también abogados, y que se veían notablemente influenciados por las ideas de Russo. Hoy la caída de la economía mundial, durante el año 2008, que había suplantado la opresión medieval de los reyes por la explotación empresarial de la burguesía, ha producido el desbarajuste y posterior cuestionamiento del sistema bancario que administra el patrimonio mundial y el capital simbólico de la humanidad.

¿Llovía el 25 de mayo de 1810?
¿Llevarán sus joyas los políticos invitados al acto del 25 de mayo de 2009?

A quién le importa, pero esas trivialidades sirvieron, durante años, para ocultar el carácter revolucionario de las proclamas de Castelli y Moreno, dos hombres que parecieron no haber dicho una palabra, según la historia que se cuenta en los claustros de la educación oficial, durante el periodo que duró la etapa prerrevolucionaria (1808 a 1813). Con Castelli y Moreno borrados de la escena política y Belgrano relegado a un puesto de combate, la actividad revolucionaria se redujo a una mera cuestión de afectación y entrega solapada de las conquistas obtenidas hasta ese momento. Se contrataron mercenarios para la campaña libertadora y los ingleses, muy interesados en la perspectiva comercial que se habría en Sudamérica, luego de sus fallidos intentos de invasión por la fuerza, aportaron económicamente a las arcas del incipiente ejército argentino y se limitaron a la penetración ideológica, que tan redituable les resultaría con el paso del tiempo. Esas mismas trivialidades que mencionamos antes, sirven hoy para ocultar los verdaderos motivos que llevan a los gobernantes actuales y a sus opositores, que son lo mismo, a una contienda que tiene cautiva a la población en un estado de confusión permanente. Recordemos que la declaración de independencia fue postergada hasta el año 1816, cuando los acontecimientos habían superado la inercia de los mandatarios, como sucede en estos momentos con un gobierno que parece no decidirse por una postura ideológica clara y mantiene la idea descabellada de la colaboración de clases.
La utilización de la epidemia de dengue, como se hizo con el humo el año pasado, la invención de plagas por parte de los agentes de la oposición y para infundir temor en la población, la proliferación de medios masivos dirigidos por la clerecía, el intento por crear la idea de que esas plagas fueron enviadas para castigar a los que apoyan a los gobiernos populares y a los que no han sabido perdonar los crímenes de los milicos, nos dan una idea de quienes detentan el poder fáctico en la argentina; seres muy parecidos a los esbirros de Fernando VII. Por lo menos la mentalidad sigue siendo la misma y la caza de brujas es el deporte favorito de los que intentan mantenerse en sus puestos de gobierno u oposición, con los recursos que obtienen de sus posiciones acomodadas. El miedo crónico que sufre la población menos preparada del país, es la muestra evidente de lo que han logrado los dueños de la economía. El recelo ante el debate de ideas, que pareció haber sido superado en las asambleas populares de 2002, está más vigente que nunca. La revolución es una asignatura pendiente para el pueblo argentino y el próximo 25 de mayo se recordará el primer intento por llevarla adelante. Que la vaca no nos impida ver el campo.

Juan Romero
Buenos Aires- Argentina

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